Compartimos el artículo que habla respecto a la cacería de brujas que prevalece en el presente en los medios burgueses alemanes, europeos, entre otros, tomado de Dem Volke Dienen respecto a una explicación de Rote Aktion Köln (Acción Roja de Colonia, Alemania):
Para saber qué sucedió en la cumbre del G-20 revisa: https://periodicoelpueblo.wordpress.com/2017/07/11/solidarida-internacional-con-el-centro-internacional-b5-y-todos-los-afectados-por-la-represion-estatal/

Detrás de nosotros quedan días agotadores, violentos e intensos en Hamburgo y la lucha no ha terminado todavía. En la cumbre del G-20, los representantes políticos de los países más poderosos del mundo se reunieron y discutieron sobre el saqueo y la explotación del planeta y de las clases trabajadoras. En estos días se nos han aclarado muchas cosas: el Estado alemán y su policía y aparato de inteligencia no dejan dudas sobre ello; su trabajo es proteger este orden dominante y aplastar la crítica consecuente con la fuerza bruta; la prensa de Springer (el monopolio de los medios, nota nuestra) organiza la propaganda más grande contra la resistencia, es el órgano de las autoridades represivas y muestra de manera práctica la hipocresía de este sistema decadente.
Este fin de semana, las líneas de la lucha de clases en Alemania se mostraron claramente -quién está del lado del orden establecido y quién está del lado de los oprimidos. En estos días, también se muestra: que la resistencia en el corazón de la bestia es posible, que ésta estaba allí y ésta fue un problema para el orden imperante. En un número increíble de lugares, la gente se opuso al aparato de violencia prestando resistencia y no se ha dejado desalojar. Queremos expresar nuestro gran respeto, señalando especialmente a los heridos y prisioneros. ¡Como revolucionarios, es importante para nosotros, no sólo organizar la resistencia consecuente, sino también poner nuestras energías en el cuidado de los prisioneros y heridos!
Por supuesto, irrumpe en público después de un evento de este tipo el -de vez en cuando recurrente- «debate sobre la violencia». Los gobernantes no pueden aceptar la resistencia militante y la violencia de los oprimidos, ellos tienen que difamarlos, encontrarlos «culpables» y denunciarlos para restaurar la paz en el interior del país. No permitiremos que estas difamaciones nos quiten la calma, porque sólo esta puede ser la única respuesta desde nuestra perspectiva y la de los oprimidos: la rebelión se justifica. La violencia de los oprimidos contra sus opresores se justifica. No nos dejemos dividir y solidaricemos con las víctimas de la represión.
Para enfatizar este último punto citamos al Presidente Mao Tse-Tung, desde el «Informe de Investigación sobre el movimiento campesino en Hunan» escrito el mes de marzo de 1927.
«LOS LLAMADOS «EXCESOS»
Hay otros que opinan: «Cierto que las asociaciones campesina son necesarias, pero están cometiendo demasiados excesos.» Así razonan los que mantienen una posición intermedia. Pero, ¿qué ocurre en realidad? Es verdad que en las aldeas los campesinos «se han desmandado» hasta cierto punto. Las asociaciones campesinas, que gozan de autoridad suprema, no dejan ni abrir la boca a los terratenientes y reducen a polvo su prestigio. Todo esto viene a ser como si después de derribarlos por tierra les pusieran el pie encima. Los campesinos amenazan a los déspotas locales y shenshi malvado diciendo: «¡Te vamos a anotar en el otro registro!» Les impone multas, los cargan de contribuciones y destruyen sus palanquines. Irrumpen en masa en las casas de los déspotas locales y shenshi malvados que se oponen a las asociaciones campesinas, degüellan sus cerdos y consumen sus cereales. Se permiten incluso arrellanarse un momento en los lujosos lechos de sus hijas y nueras. A la menor provocación, efectúan arrestos, colocan cucuruchos de papel a la arrestados y los hacen desfilar por las aldeas, diciéndoles: «Ahora sí que nos vas a conocer bien, shenshi malvado!» Haciendo cuanto les viene en gana y volviendo todo patas arriba, han creado una especie de terror en el campo.
Eso es lo que algunos llaman cometer «excesos», «sobrepasar los límites justos al corregir un error» y «cometer actos abusivos». Tales opiniones parecen razonables, pero en realidad son también erróneas.
En primer lugar, son los propios déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley quienes han forzado a los campesinos a actuar así. Por siglos, se han aprovechado de su poder para tiranizar y pisotear a los campesinos; de ahí que éstos hayan reaccionado tan enérgicamente. Las rebeliones más violentas y los desórdenes más graves han tenido lugar invariablemente allí donde los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley habían perpetrado los peores ultrajes. La mirada de los campesinos es penetrante. Se dan perfecta cuenta de quién es malo y quién no lo es, quién es el peor y quién no es tan perverso, quién merece severo castigo y quién trato clemente, y muy rara vez el castigo no corresponde al crimen.
En segundo lugar, hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan tranquila y delicada, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra. La revolución en el campo es una revolución mediante la cual el campesinado derroca el poder de la clase terrateniente feudal. Sin recurrir a la máxima fuerza, el campesinado jamás lograría derrocar el poder de los terratenientes, profundamente arraigado a través de los milenios. El campo necesita de un poderoso auge revolucionario, pues sólo éste puede agitar a los millones y millones de campesinos y convertirlos en una gran fuerza.
Los «excesos» arriba mencionados son precisamente producto de la fuerza de los campesinos despertada por el poderoso auge revolucionario en las zonas rurales. Estos «excesos» son sumamente necesarios en el segundo período del movimiento campesino, el de acción revolucionaria. En este período, es imprescindible imponer la autoridad absoluta de los campesinos, prohibir toda crítica malévola a las asociaciones campesinas, derrocar todo el poder de los shenshi, derribarlos por tierra e, incluso, ponerles el pie encima. Los llamados «excesos» en este segundo período tienen todos un significado revolucionario. Para decirlo con toda franqueza, en todas las aldeas se necesita un breve período de terror. De lo contrario, resulta absolutamente imposible aplastar las actividades de los contrarrevolucionarios en el campo y derrocar el poder de los shenshi. Para corregir un error, hay que sobrepasar los límites justos; de otra manera, el error no será corregido.
Los que critican los «excesos» aparentemente se diferencian de los que gritan «¡Muy mal!», pero en el fondo unos y otros comparten el mismo punto de vista y sostienen la misma teoría de los terratenientes, que defiende los intereses de las clases privilegiadas. No podemos dejar de combatir resueltamente esta teoría, que obstaculiza el ascenso del movimiento campesino y, por consiguiente, socava la revolución.
Los revolucionarios en Alemania denuncian una vez más a los social-patriotas nacional-alemanes que están en contra de los excesos. Esta porquería demuestra una vez más que no tienen nada que ver con el Maoísmo. Los revolucionarios proletarios en este país condenan a cualquier persona que difunde la propaganda reaccionaria anti maoísta a nivel internacional.
Escrito por Dame
13 de julio 2017